lunes, 18 de febrero de 2013

PERDIDA DE LA SALUD - REFLEXIONES.


La enfermedad no es un mal a suprimir sino un beneficio a comprender.
La enfermedad es beneficiosa. ¿En dónde radica el beneficio?En el hecho de que el dolor, el sufrimiento, el malestar sirven de señales que nos indican la necesidad de aprender una lección “que de otro modo nos habría pasado desapercibida y que “no puede erradicarse mientras que no se aprende la lección”La enfermedad es una oportunidad de vida. No es algo negativo sino que es la expresión manifiesta de un defecto a corregir para seguir avanzando en el proceso de evolución hacia la meta de la perfección.
Vista así, la enfermedad podría concebirse como parte de la estructura ontológica del hombre.
La enfermedad no es un sobreagregado; no se tiene enfermedad: se es enfermo. La enfermedad es, entonces, un modo de develamiento del Ser, de sus partes oscuras y rechazadas. Y esto es importante pues al poner a la luz nuestras partes imperfectas nos obliga a la completud, a integrarnos y crecer.
La enfermedad es consecuencia de un conflicto.
La enfermedad es el fruto de un conflicto entre el alma y la personalidad. EI alma representa nuestra orientación trascendente y la personalidad nuestros intereses inmanentes.
El conflicto entre estas dos orientaciones representa la lucha entre la voluntad de transformación y la voluntad de conservación.
El hombre, en tanto vive, vive en situación de conflicto. La inexistencia de conflicto es un ideal que no se compadece con la realidad. Sin embargo, la vía de resolución del antagonismo entre las instancias del alma y la personalidad consiste en la sujeción de esta última a los dictados y el plan de vida de la primera.
La enfermedad es producto de la acción de factores personales y transpersonales.
La enfermedad es también resultado de la combinación de causas personales y transpersonales. Los factores personales son el egoísmo y el aislamiento; es decir, el ejercer una acción contraria o cruel hacia los otros v la tendencia a la disociación. Dentro de los transpersonales incluimos la acción karmática y la influencia negativa de los semejantes debida a hecho de la ligadura que nos une a ellos por formar parte de una misma red.
Con respecto a los factores personales podemos decir que la disociación entre nuestra alma y nuestra personalidad y el mal o la crueldad frente a los demás, cualquiera de estas dos cosas da lugar a un conflicto que desemboca en la enfermedad “.
Con respecto a los transpersonales vale la pena subrayar que el alma viene a esta encarnadura con un pasado previo de vidas anteriores y que desde este espacio ciertas determinaciones actúan como factores predisponentes a la emergencia de síntomas específicos. Sin caer en la aseveración de “la enfermedad como karma” es necesario, dar un lugar a esta serie etiológica en la causa efectiva de los padeceres humanos.
La enfermedad no es material en su origen.
El origen de la enfermedad no hay que buscarlo, en el campo donde aparece. “Lo que nosotros conocemos como enfermedad es el último resultado producido en el cuerpo, el producto final de fuerzas profundas y duraderas. Las enfermedades son defectos, como el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia. Detrás de cualquier síntoma físico o psíquico que el hombre pueda sufrir se encuentran algunos de estos defectos que son su causa subyacente.
En la enfermedad no hay nada accidental.
El modo y la manera en la cual una enfermedad se manifiesta, el órgano o la función que se afecta no deben verse como obra de la casualidad, sino de la causalidad. Esto tiene como consecuencia pensar en los síntomas de la enfermedad como significante de una trama de significados, como señales que expresan simbólicamente la naturaleza del defecto que es causa y sostén del dolor actual. Así, por ejemplo, la soledad, los diálogos internos, las ideas torturantes tienen que ver con el odio; los dolores son expresión de la crueldad, etcétera.
Dentro de este marco, los síntomas de una enfermedad son signos que indican el ajuste o no al sendero que conduce al alma por el “recto camino de la evolución”.
BACH.

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