lunes, 10 de junio de 2013

ESCRITOS SIN ANESTESIA. VIOLENCIA DE GENERO. SINDROME DE INDEFENSION APRENDIDA.

ESCRITOS SIN ANESTESIA.

VIOLENCIA DE GENERO.
SINDROME DE INDEFENSION APRENDIDA.


El síndrome de indefensión aprendida (SIA) o de “desesperanza inducida”.

La Indefensión aprendida, o adquirida, es una condición psicológica en la que un sujeto aprende a creer que está indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga es inútil. Como resultado de un proceso sistemático de violencia, la víctima permanece pasivo frente a una situación displacentera o dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias. A pesar de esto, son muchas las víctimas de maltrato condenadas a oír, cómo se les cuestiona por el hecho de creerles a sus victimarios. El desconocimiento de la complejidad en el tema, muchas veces impide nos comprender qué ocurre en la mente de aquellos sometidos a violencia recurrente. Los expertos refieren este síndrome como una “adaptación psicológica”, una salida posible que encontraron las víctimas para procesar tanto dolor: Cuando se ha sufrido violencia - en todas sus manifestaciones - ciertas situaciones se presentan como “sin salida” y antes de intentar cualquier acción para revertirla, se asumen como tal, en pleno convencimiento de que nada ya puede hacerse para mejorar dicha realidad, que no hay otra salida… El más perfecto estado de la indefensión es aquel que conlleva la renuncia al intento mismo del cambio.

Le creo, permito que me manipule…

Con mi amor, lo voy a cambiar...

Me domina cuando me grita, pero también cuando me pide perdón…

Tengo que dejarlo, pero no puedo…

Nunca voy a poder …

¿Para qué intentarlo, para sufrir aún más?...


El perfil.

Vale resaltar que no hablamos aquí de una persona que sufrió aisladamente un hecho de violencia. Sino, que por el contrario, la agresión y la mentira protagonizan su vida cotidiana. Sólo siendo concientes de la humillación que esto implica, entenderemos por qué les creen a sus victimarios y siguen a su lado.

Indefensión aprendida: Tras fracasar en su intento por contener las agresiones, prevenirlas, evitarlas o alejarse de ellas; y en un contexto de baja autoestima - reforzado día a día por la incapacidad por acabar con esa situación- las víctimas asumen lo que les pasa como un castigo merecido. Nadie podrá ayudarlas a salir, ni a cambiar sus vidas.

Pérdida del control: Consiste en la convicción de que la posibilidad de revertir la situación le es ajena, es una creencia infantil de que alguien decidirá por ella, con seguir y librarse de su agresor. Como ella nada puede hacer, frente a otro que todo lo puede, es mejor no intentar y esperar que todo pase.

Baja respuesta conductual: Es tal el abatimiento, que ya dejó de buscar estrategias para evitar las agresiones. La tristeza tomó el timón de su barco y la pasividad es la respuesta a todo estímulo, tanto interno como externo.

Es probable que viéndolo desde afuera, califiquemos esta conducta como una aparente indiferencia; sin embargo, se trata de una defensa que le permite autoexigirse y culpabilizarse menos por las agresiones que sufre. Claro que el costo por utilizarla es muy alto: se anula su capacidad de revertir la situación. Llega a tal punto su adaptación, que se convence que merece vivir junto a quien la maltrata, e incluso lo justifica ante quienes le dicen lo desenmascare.

La intermitencia de las agresiones y el paso constante de la violencia al afecto, refuerza las relaciones de dependencia, que empeoran cuando la dependencia lo es también económica. No olvidemos que las mentiras del agresor apuntan a convencerla de su amor, que todo lo hace por el bien de ambos y que sólo él podrá hacerla feliz. Para dimensionar tal sometimiento, hay que destacar que la víctima llega a esa actitud, cuando a lo largo del tiempo, se han ocupado de destruir su autoestima, a través de métodos de lo más diversos: empleando el terror, los presagios de fracaso, el desaliento, la desconfianza de uno mismo y de los demás, la amenaza constante y todas las formas de división y sospecha. La máxima expresión de este dominio, se da cuando la logran convencer “de que la vida no vale la pena”, pues todo está perdido y nada ni nadie merece el esfuerzo por cambiar la historia.

Ayer una amiga de 30 años me dijo: Edu, mi esposo me maltrata fisica y psicologicamente, pero el es bueno, no me hacer faltar nada y lo amo, porque es el unico que me da afecto, cariño, ternura.

SI TE MALTRATA, PSICOLOGICA O FISICAMENTE, NO TE AMA.
AMATE TU !!!!!.
BUSCA AYUDA, APOYO, DENUNCIALO, DEJALO !!!.

e.

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