miércoles, 3 de abril de 2013

LIBERACION.



De niños, a partir de las reacciones de los adultos que nos rodeaban, aprendimos quienes éramos y qué era la vida. 
Por eso muchos tenemos una idea de nosotros mismos que no nos pertenece, como no nos pertenecen muchas de las reglas que nos dictan cómo hemos de vivir.

Los pensamientos crean las situaciones.

Si has vivido con personas que eran desdichadas o coléricas, que se sentían asustadas o culpables, entonces habras aprendido muchísimas cosas negativas sobre ti mismo/a y sobre tu mundo.
Cuando crecemos, tenemos tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia.
También tendemos a reproducir, en nuestras relaciones personales, las que tuvimos con nuestros padres.
Si de niños nos criticaban mucho, en nuestra vida adulta buscaremos personas que se comporten de igual modo.
Si de niños nos elogiaron, amaron y estimularon, intentaremos reproducir ese mismo comportamiento.

No estoy animándote con esto a culpar a tus padres. 

Todos somos víctimas de víctimas, y ellos no podían enseñarte algo que no sabían.
Si tu madre o tu padre no sabía lo que era amarse a si mismo/a, era imposible que te enseñara a ti cómo hacerlo.
Se arreglaron lo mejor que pudieron con la información que tenían en ese momento.
Piensa un momento en la forma en que los habían educado.
Si quieres entender mejor a tus padres, ¿por qué no les preguntas por su infancia?.

Yo creo que elegimos a nuestros padres.
Creo que hemos decidido encarnarnos en esta tierra en un momento y en un lugar determinados.
Hemos venido aquí a aprender ciertas lecciones que nos permitan avanzar en nuestra senda espiritual y evolutiva.
Creo que escogemos nuestro sexo, el color de nuestra piel y nuestro país, y, luego, buscamos específicamente los padres que favorezcan nuestro trabajo espiritual en esta vida.
Todo aquello con que nos enfrentamos es un pensamiento, y los pensamientos se pueden cambiar.

Sea cual fuere el problema, tus experiencias son los efectos externos de algo interno: tus pensamientos.
Incluso el odio a uno mismo es una idea que uno tiene de si.
Esta idea produce un sentimiento, y uno acepta ese sentimiento. Pero si no tuviéramos la idea, no tendríamos el sentimiento.

Los pensamientos se pueden cambiar.
Cambia el pensamiento y el sentimiento desaparecerá.


Louise Hay

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